Que pena que un acto tan bonito como ver a niñ@s de tres años cantar santa Águeda por el pueblo, se convierta en una situación dantesca de niñ@s llorando y padres, madres, abuelas y abuelos mostrando que son incapaces de mantener una actitud mínimamente adulta y cívica para facilitar el trabajo de las andereños.
He sentido vergüenza ajena al ver las actitudes de los adultos, de esos que se supone tienen que ser los que eduquen a los pequeños.
Hasta este año los peques de tres años no habían bajado nunca a un acto de este estilo y creo que esta era una prueba para ver si en otras ocasiones se les podía bajar, personalmente creo que la prueba a dejado claro que la actitud de los adultos lo hace inviable.
Paso a relataros los hechos.
10:00 de la mañana, en la explanada del metro, una nube de adultos (así denominare a este tumulto de padres, madres, abuelas y abuelos) pertrechados con sus diferentes modelos de cámaras, de video, de foto digitales y no digitales, móviles con cámara, buscan posiciones a la espera de la llegada de los autobuses.
Con la llegada de los autobuses el nerviosismo crece y los adultos se mueven nerviosos tratando de adivinar el lugar en el que se detendrá el autobús para colocarse en la mejor posición en la que ver y asaltar a su objetivo (a partir de ahora a l@s niñ@s los denominare así).
Los objetivos descienden del autobús ayudados por sus andereños, las cámaras comienzan a funcionar en un frenesí que no se detendrá hasta que los objetivos vuelvan a subir a los autobuses.
En estos primeros momentos las andereños parecen tener el control sobre los objetivos pese a que los adultos ya han perdido toda consciencia y actúan impulsados por sus mas primarios instintos, los cuales son sacar una foto a mi niñ@, que mi niñ@ tenga bien puesto el pañuelo o la txapela, que mi niñ@ este bien colocado, que mi niñ@ me vea(este es un acto necesario de reafirmación propia como padre modelo, que esta en los momentos importantes de la vida de su hij@), que mi niñ@ mire a la cámara para sacarle la foto, besar a mi niño (otro acto mas de reafirmación como padre modelo, que quiere a su hijo) y seguro que alguno mas que desconozco (ya que yo creo que tengo poco de padre modelo).
Así que en esa situación estaba claro que era cuestión de tiempo que el caos se apoderara de toda la situación y así fue tras el primer cantico y rumbo a la segunda parada, los adultos consiguieron acabar con el plan diseñado por las andereños, en segundos se fueron al traste las enseñanzas aportadas por las andereños durante meses de como ir de un lugar a otro de forma ordenada y lo que era un perfecto tren en parejas al bajar del autobús dejo paso a la locura, los objetivos ya no tenían referencia, no había tren, solo una nube de adultos tratando de llamar su atención, así que a partir de ese momento las andereños no podían hacer mas que tratar de llevar lo mejor posible el caos y superar esa situación lo antes posible.
El caos se mantuvo hasta que los objetivos volvieron a subir a los autobuses, tras lo cual los adultos, comentaban y enseñaban sus trofeos en forma de fotos y videos, toda una demostración de la evolución del ser humano, si Darwin analizara esta situación.......
Tengo que decir que yo era parte de ese tumulto llamado adultos y aunque trate de mantenerme al margen seguro que algún instinto primario también me invadio, así que vergüenza ajena si pero también propia aunque solo sea por pertenecer a ese mismo tumulto.
P.D.: Las libertades literarias al comentar el suceso son mínimas, casi podríamos considerarlo un relato periodístico.
viernes, 5 de febrero de 2010
Vergüenza ajena y propia.
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