En la Catedral

Este sábado tuve la suerte de poder asistir al partido Athletic-real Madrid en la catedral, no recuerdo cuando fue la ultima vez que visite la catedral pero fue hace mucho tiempo.
Así que de golpe y porrazo sin preparación previa me encontré en el metro camino a San Mames. Entramos con el partido ya empezado y toda la primera parte la vimos sentados en el las escaleras, la segunda parte pudimos verla ya en nuestras localidades.
Así que asistí no a un partido de fútbol sino a todo un acto de euforia, tristeza y mala hostia, realmente el publico en la Catedral no ve el partido sino que participa de el con sus propios ritos. Cánticos, abucheos y aplausos acompasados a los ritmos del partido o a sus propios criterios. De esta forma en lo que fue un partido de vértigo se produjo la paradoja de asistir a un aplauso generalizado al arbitro cuando tras realizar innumerables cagadas durante todo el partido pito un penalti en contra al Athletic, fue la mayor expresión de la participación del publico en el partido ver a todo el mundo aplaudiendo a rabiar hasta que el real Madrid marco el penalti.
El fútbol en directo es otra cosa, de la misma forma que un concierto no es igual en directo que escucharlo con los cascos en el metro, se trata de un espectáculo en si mismo, pero incluso podría decir que es posible que no te guste el fútbol pero que disfrutes de ver un partido en el campo, porque el campo es otra cosa.
Y no quiero acabar sin contar el acto cívico que presencie durante el partido, un descontrolado que se sentaba cerca nuestro no tuvo mejor idea que tratar de lanzar un objeto al campo, lo cual fue respondido por la afición con su expulsión inmediata, como decía una señora sentada detrás nuestro de forma insistente, el campo es sagrado y como en los lugares sagrados cuando se pronuncia la misa el respeto es imprescindible aunque en esta ocasión el que oficiaba la misa pito en mano, podía haberse quedado en casa ya que en vez de permitir que el juego de los jugadores se convirtiera en sermón se obcecó en conseguir que sus actos fueran el centro del espectáculo.
Espero no esperar de nuevo tanto tiempo para volver a visitar la catedral, aunque sigo siendo no creyente.
Athletic eup!